jueves, 16 de mayo de 2013

Por O Caurel

El frio, el termómetro apenas logra alcanzar los 4ºC, y la niebla, densa por momentos, ocupan nuestra conversación al abrigo del coche a primera hora de la mañana.
A la dureza ya esperada de la ruta, se añade la incógnita del clima, de si será mejor ir frescos a costa de sufrir un poco de frio en las primeras horas, o ir mas abrigados con el incordio de tener que cargar luego con la ropa que nos sobre en las duras subidas.
En Sarria nos recibe un precioso y soleado día, si bien frio, pero sin viento, y con una luz y visibilidad que nos permitirán en el resto de día disfrutar de las maravillosas vistas que ofrecen las cumbres que iremos subiendo a lo largo de la jornada.
Finalmente la mayoría optamos por ropa fresca y alguna prenda de abrigo en modo de chaquetilla o cortavientos, amén de los manguitos y perneras en algunos casos.
Nos ponemos en marcha poco antes de las 10:00 y el primer repecho apenas si nos hace entrar en calor.
Hasta Quiroga el recorrido es muy favorable, con sólo dos pequeñas subidas tendidas y un largo tramo de descenso que atraviesa el Sil en donde el viento nos va dando de cara y nos obliga a pedalear para mantener un buen ritmo.
Poco a poco nos vamos acercando a aquellas montañas que veíamos a lo lejos al salir de Sarria, vamos penetrando por los cañones que el río ha ido horadando pacientemente en el abrupto paisaje de estas tierras.
A la entrada de Quiroga un letrero nos indica la ruta de O Caurel, todos hemos visto perfectamente la señal, y cada uno ha tenido su propio pensamiento ante ella.
En Quiroga paramos a aligerarnos de ropa, el día sigue fresco pero luce el sol y la subida es larga.
Vamos buscando una fuente que no encontramos, y encaramos la subida al alto de O Boi con las fuerzas intactas.
La subida es preciosa, la pendiente sólo es algo exigente en algunos tramos, el asfalto esta en perfectas condiciones y las vistas sobre el cañón que va quedando a nuestra derecha son simplemente espectaculares.
Vamos bordeando la montaña por una carretera que vemos serpentear en todo momento al alzar la vista, y cuando miramos atrás vemos el espectacular valle que va quedando engarzado al rio, rodeado de montaña por sus cuatro costados.
En la cumbre agrupamos y aprovechamos para comer algo.
La bajada hacia Folgoso do Caurel se hace por la misma carretera, ancha y de buen piso (lejos queda aquella carretera estrecha que yo recordaba de hace años), que permite un descenso rápido y divertido.
No encontramos fuente ni supermercado donde rellenar nuestros bidones en el pueblo, así que seguimos descenso hasta el Rio Lor, donde Octavio y yo aprovechamos un regato de agua cristalina.
Pasada la aldea de Ferreirós de Abaixo la ruta gira a la izquierda.
Nos disponemos a subir por la carretera que ya desde Folgoso veíamos recortarse en la montaña, y lo hacemos después de haber estado hace sólo un momento a esa misma altura y haber bajado por una carretera ahora si mucho mas estrecha y de piso mas irregular, colgada literalmente de la montaña sobre un precipicio considerable a nuestra izquierda y curvas a derechas escavadas en la roca.
La subida a Sobredo-Seceda es de unos 6,5 kms, y el tramo mas duro es precisamente el comienzo, que nada mas dejar la senda del río propone una rampa de un 16% que finaliza en una curva de 90º que da paso a otra rampa similar y que hace que cambiemos nuestra orientación de Este a Oeste después de pasar por el punto mas oriental de nuestra ruta.
A medida que vamos subiendo la carretera se hace mas estrecha y el piso está mas roto, en la parte mas alta algunos tramos de gravilla suelta obligan a un esfuerzo todavía mayor para mantener la tracción.
Dejamos a nuestra izquierda Sobredo, y vamos viendo en la montaña de enfrente la carretera por donde hemos descendido hace sólo unos minutos. Un par de kilómetros antes de la cumbre podemos ver al fondo Folgoso do Caurel, enclavado en un recodo del valle. El paisaje es tan bonito como dura es la ascensión.
En la cumbre disfrutamos del paisaje mientras esperamos para reagrupar.
Turo, Emilio, Arturo y Dani deciden adelantarse a Seceda para ir pidiendo algo para comer en la casa rural que hay en el pueblo, mientras Oliver y yo nos quedamos a esperar por Octavio que sube a su ritmo.
En Seceda lo único que encontramos es un grupo de moteros con la misma idea que nosotros, pero como la posada esta cerrada nos conformamos con recurrir a nuestras provisiones en la fuente de agua fresca que hay en la parte alta del pueblo.
Continuamos el descenso y al cruzar el Rio Lóuzara, tomamos dirección O Incio, para lo que debemos salvar el puerto mas duro de la jornada, A Casela, con casi 5 kms de ascensión sin descanso alguno, pendiente media de casi el 10% y rampas, muchas, de mas del 18%.
La parte inicial se hace atravesando un bosque autóctono precioso y, terminado este, se encaran una serie de curvas de herradura en las que vas viendo lo que te queda por subir y todo lo que vas dejando atrás.
Como en el resto de subidas, cada uno busca su ritmo y su sufrimiento en una ascensión que parece no tener fin, pues cuando crees que después de aquella curva terminará la subida, te encuentras con otra rampa aún mas dura si cabe que la anterior.
Oliver y Emilio coronan por delante y nos esperan tumbados al sol, protegidos de un viento norteño que viene frío.
Vamos llegando escalonadamente y todos comentamos la belleza y dureza del puerto.
Agrupados encaramos un nuevo descenso por la vertiente occidental que, por momentos, se me antoja todavía mas pendiente que la que hemos subido y antes de llegar O Incio volvemos a disgregarnos el la subida que hay antes de entrar en la localidad.
Por fin un bar abierto donde saciar nuestra sed (estrellas, por supuesto) y poder comer algo mas sólido.
Los medios bocadillos, incluso menos en algún caso, de panceta a la plancha o lomo adobado con pan de la nueva panadería abierta hace sólo ocho dias, nos supieron a gloria, y nos dieron la fuerza necesaria para completar los 22 kms que el indicador del cruce indicaba a Sarria.
Una cerveza en Sarria para comentar la gran jornada vivida y los paisajes de esta tierra tan cercana y que poco visitamos y disfrutamos pusieron fin a un día realmente recordable y digno de repetir.
De camino, la obligada parada en Guitiriz para la mítica torta de maiz de Panadería David, que hará que no parezca que llegamos tan tarde a casa....



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