El frio, el termómetro
apenas logra alcanzar los 4ºC, y la niebla, densa por momentos,
ocupan nuestra conversación al abrigo del coche a primera hora de la
mañana.
A la dureza ya esperada
de la ruta, se añade la incógnita del clima, de si será mejor ir
frescos a costa de sufrir un poco de frio en las primeras horas, o ir
mas abrigados con el incordio de tener que cargar luego con la ropa
que nos sobre en las duras subidas.
En Sarria nos recibe un
precioso y soleado día, si bien frio, pero sin viento, y con una luz
y visibilidad que nos permitirán en el resto de día disfrutar de
las maravillosas vistas que ofrecen las cumbres que iremos subiendo a
lo largo de la jornada.
Finalmente la mayoría
optamos por ropa fresca y alguna prenda de abrigo en modo de
chaquetilla o cortavientos, amén de los manguitos y perneras en
algunos casos.
Nos ponemos en marcha
poco antes de las 10:00 y el primer repecho apenas si nos hace entrar
en calor.
Hasta Quiroga el
recorrido es muy favorable, con sólo dos pequeñas subidas tendidas
y un largo tramo de descenso que atraviesa el Sil en donde el viento
nos va dando de cara y nos obliga a pedalear para mantener un buen
ritmo.
Poco a poco nos vamos
acercando a aquellas montañas que veíamos a lo lejos al salir de
Sarria, vamos penetrando por los cañones que el río ha ido
horadando pacientemente en el abrupto paisaje de estas tierras.
A la entrada de Quiroga
un letrero nos indica la ruta de O Caurel, todos hemos visto
perfectamente la señal, y cada uno ha tenido su propio pensamiento
ante ella.
En Quiroga paramos a
aligerarnos de ropa, el día sigue fresco pero luce el sol y la
subida es larga.
Vamos buscando una fuente
que no encontramos, y encaramos la subida al alto de O Boi con las
fuerzas intactas.
La subida es preciosa, la
pendiente sólo es algo exigente en algunos tramos, el asfalto esta
en perfectas condiciones y las vistas sobre el cañón que va
quedando a nuestra derecha son simplemente espectaculares.
Vamos bordeando la
montaña por una carretera que vemos serpentear en todo momento al
alzar la vista, y cuando miramos atrás vemos el espectacular valle
que va quedando engarzado al rio, rodeado de montaña por sus cuatro
costados.
En la cumbre agrupamos y
aprovechamos para comer algo.
La bajada hacia Folgoso
do Caurel se hace por la misma carretera, ancha y de buen piso (lejos
queda aquella carretera estrecha que yo recordaba de hace años), que
permite un descenso rápido y divertido.
No encontramos fuente ni
supermercado donde rellenar nuestros bidones en el pueblo, así que
seguimos descenso hasta el Rio Lor, donde Octavio y yo aprovechamos
un regato de agua cristalina.
Pasada la aldea de
Ferreirós de Abaixo la ruta gira a la izquierda.
Nos disponemos a subir
por la carretera que ya desde Folgoso veíamos recortarse en la
montaña, y lo hacemos después de haber estado hace sólo un momento
a esa misma altura y haber bajado por una carretera ahora si mucho
mas estrecha y de piso mas irregular, colgada literalmente de la
montaña sobre un precipicio considerable a nuestra izquierda y
curvas a derechas escavadas en la roca.
La subida a
Sobredo-Seceda es de unos 6,5 kms, y el tramo mas duro es
precisamente el comienzo, que nada mas dejar la senda del río
propone una rampa de un 16% que finaliza en una curva de 90º que da
paso a otra rampa similar y que hace que cambiemos nuestra
orientación de Este a Oeste después de pasar por el punto mas
oriental de nuestra ruta.
A medida que vamos
subiendo la carretera se hace mas estrecha y el piso está mas roto,
en la parte mas alta algunos tramos de gravilla suelta obligan a un
esfuerzo todavía mayor para mantener la tracción.
Dejamos a nuestra
izquierda Sobredo, y vamos viendo en la montaña de enfrente la
carretera por donde hemos descendido hace sólo unos minutos. Un par
de kilómetros antes de la cumbre podemos ver al fondo Folgoso do
Caurel, enclavado en un recodo del valle. El paisaje es tan bonito
como dura es la ascensión.
En la cumbre disfrutamos
del paisaje mientras esperamos para reagrupar.
Turo, Emilio, Arturo y
Dani deciden adelantarse a Seceda para ir pidiendo algo para comer en
la casa rural que hay en el pueblo, mientras Oliver y yo nos quedamos
a esperar por Octavio que sube a su ritmo.
En Seceda lo único que
encontramos es un grupo de moteros con la misma idea que nosotros,
pero como la posada esta cerrada nos conformamos con recurrir a
nuestras provisiones en la fuente de agua fresca que hay en la parte
alta del pueblo.
Continuamos el descenso y
al cruzar el Rio Lóuzara, tomamos dirección O Incio, para lo que
debemos salvar el puerto mas duro de la jornada, A Casela, con casi 5
kms de ascensión sin descanso alguno, pendiente media de casi el 10%
y rampas, muchas, de mas del 18%.
La parte inicial se hace
atravesando un bosque autóctono precioso y, terminado este, se
encaran una serie de curvas de herradura en las que vas viendo lo que
te queda por subir y todo lo que vas dejando atrás.
Como en el resto de
subidas, cada uno busca su ritmo y su sufrimiento en una ascensión
que parece no tener fin, pues cuando crees que después de aquella
curva terminará la subida, te encuentras con otra rampa aún mas
dura si cabe que la anterior.
Oliver y Emilio coronan
por delante y nos esperan tumbados al sol, protegidos de un viento
norteño que viene frío.
Vamos llegando
escalonadamente y todos comentamos la belleza y dureza del puerto.
Agrupados encaramos un
nuevo descenso por la vertiente occidental que, por momentos, se me
antoja todavía mas pendiente que la que hemos subido y antes de
llegar O Incio volvemos a disgregarnos el la subida que hay antes de
entrar en la localidad.
Por fin un bar abierto
donde saciar nuestra sed (estrellas, por supuesto) y poder comer algo
mas sólido.
Los medios bocadillos,
incluso menos en algún caso, de panceta a la plancha o lomo adobado
con pan de la nueva panadería abierta hace sólo ocho dias, nos
supieron a gloria, y nos dieron la fuerza necesaria para completar
los 22 kms que el indicador del cruce indicaba a Sarria.
Una cerveza en Sarria
para comentar la gran jornada vivida y los paisajes de esta tierra
tan cercana y que poco visitamos y disfrutamos pusieron fin a un día
realmente recordable y digno de repetir.
De camino, la obligada
parada en Guitiriz para la mítica torta de maiz de Panadería David,
que hará que no parezca que llegamos tan tarde a casa....
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