jueves, 2 de mayo de 2013

Zapateados

El día amanece frío y ha estado lloviendo toda la noche.
El plan inicial era salir a la carretera, pero viendo que las condiciones son bastante malas decidimos tirarnos al monte otro día mas.
Finalmente seremos Oscar, Javi y yo los únicos que trabajaremos en este dia.
A las 9:15 salimos de Tarrio, Javi ya viene en su bici desde Cambre, tiene que ir recuperando la preparación perdida.
Ponemos rumbo a la Zapateira subiendo por el Monte San Miguel, que ya sirve para empezar a entrar en calor.
En el río donde Oliver nos había hecho una demostración irrepetible de vadeo on-ride, nos encontramos unos moteros peleando desesperadamente por sacar una de sus motos del lodo y decidimos ayudarles. De no haber sido así aún estarían intentando sacarla de alli.
Encaramos la bajada de la Zapateira hacia la zona de Feans por unos senderos estrechos y muy pronunciados que nos obligan a ir muy atentos a no salirnos del trazado.
En un cruce freno para decidir por donde seguir, y al soltar el freno no percibo que me habia quedado bloqueado por un leño que hace que la rueda de delante se frene y salgo despedido por las orejas dándome un buen golpe. Luego en casa comprobaría que tengo un buen agujero en el codo derecho, la chaquetilla rota y distintas magulladuras por el resto del cuerpo. Una caida estúpida, sin duda de las peores, las que no cuentas con ellas y te pillan totalmente desprevenido.
En el siguiente tramo el que da con sus huesos en el suelo es Javi.
La típica rama que se cruza en su camino le hacen caer como a cámara lenta. No le pasa nada, afortunadamente, y nos hechamos unas buenas risas porque Oscar y yo lo hemos visto en primera linea.
Ya casi al final del descenso, en una zona bastante complicada, Javi, que ahora viene por atrás, vuelve a probar la dureza del suelo al perder el control de la bici. En esta ocasión si se hace algo de daño, aunque podrá seguir sin ningún problema.
A pesar de las caidas, la bajada nos ha encantado, y nos queda ganas de repetirla, lástima de que para bajar primero haya que subir...
Encaramos la subida de nuevo al alto de la Zapateira por una especie de cortafuegos que se hace muy larga y dura, con unas pendientes muy acusadas.
Ya arriba Javi se da cuenta de que se la caido el teléfono, y decidimos volver a la bajada en la que se había caido. Nuestros deseos de hace un rato se hacen realidad, es curioso.
Ahora que conocemos la bajada la hacemos mas rápido, pero también mas seguros del camino, hasta que llegamos al punto de la primera caida. Alli encontramos el teléfono y las monedas que Javi llevaba en el bolsillo del maillot. ¡Hemos tenido suerte!
Ya no seguimos haciendo el resto de la bajada y vamos buscando la subida por otro sitio distinto al de antes.
Llegamos hasta la parte de abajo de la urbanización Valaire y giramos hacia el Club de Golf/Siglo XXI.
Después de alguna que otra rampa dura tomamos el camino que bordea el Club de Golf y nos dirigimos hacia la zona de Orro.
Realizamos varios bucles por la zona que tantas veces hemos rodado y en la bajada hacia Tarrio, Oscar., que ya había caido una vez al resbalar en una piedra mientras subia una trialera, y una segunda vez al engancharse con el manillar en un pequeño eucalipto al borde del camino (en esta ocasión demostró unos buenos reflejos y saltó de la bici por el manillar), se dió un buen golpe en la parte final de la misma.
Tampoco pasó a mayores, pero como nos había pasado antes a Javi y a mí, necesitó de un par de minutos para asentar la adrenalina.
Giramos hacia San Cosme con la idea de acompañar a Javi hasta la carretera que va de Tarrio a Sigrás, ya que se iba en su bici hasta Cambre, y, en mi afán de explorar nuevos caminos, nos vimos en medio de una selva autóctona donde se intuia un camino por el que parecian haber pasado con caballos, con alguna zona donde no se podia ir en la bici y otras en las que habia que ir apartando ramas, tojos y silvas.... y sin darnos cuenta volvimos al lugar desde el que nos habíamos desviado del buen camino. Una buena ocasión para que mis acompañantes pusieran en duda mis conocidas dotes de orientación y dominio indígena de la zona, y una forma divertida, al tiempo, de poner fin a una mañana espléndida de BTT, en la cual no echamos de menos en ningún momento la carretera.


 

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